En el último Consejo de Gobierno se nos insultó, interrumpió y censuró.

Parece que hacer callar al adversario a cualquier precio, incluso  el saltándose el decoro más básico, se ha convertido en una práctica habitual. No acaba en censurar el correo.

Quizás no hay que entrar en detalles —algunas personas, que no todas, han pedido disculpas—, pero merece la pena hacer una reflexión:

Por mucho que una persona presida un órgano, nunca está por encima de sus normas. Si estas normas están bien diseñadas, es precisamente para proteger a los miembros del órgano de los posibles abusos de quienes lo dirigen.

Del mismo modo, por mucho que se ocupe una dirección, de escuela, departamentoo campus… no se puede actuar al margen de las leyes, reglamentos o principios básicos de respeto institucional. Más detalles en el resumen del consejo de gobierno.

Las normas no son una formalidad, son la garantía de que todas y todos seamos tratados con igualdad y dignidad.